A menos que seas Michael Moore, Al Gore u Olallo Rubio, lo más probable es que nadie vea tu documental. Bueno, no exactamente, pero es uno de los géneros más difíciles a la hora de ser promovidos en las salas comerciales. Desafortunadamente no pude asistir a funciones de “Los Super Amigos” o de “Los Ladrones Viejos” pero si tuve la fortuna de asistir a una función medio vacía de La Isla de la Juventud.

La realizadora Ana Laura Calderón nos trae una compilación de historias y un recorrido de lo que era una promesa para el pueblo cubano. La Isla de los Pinos, o Isla de la Juventud (como fue renombrada después) era el lugar en el cual la revolución veía el futuro de la nación. El nombre de la isla precisamente tiene influencia directa de la promesa revolucionaria.

Desafortunadamente el tiempo es cruel, y así como se pobló la isla parte de la isla, las promesas se olvidaron y actualmente uno encuentra de todo menos jóvenes en la isla. Los actuales habitantes nos hablan de su vida y de cómo el tiempo pasa y no perdona. Una promesa se convierte después en un castigo, ya que hasta prisión llego a ser lo que era la paradisiaca ilusión.

El documental cuanta con una duración de 70 minutos y entrelaza de manera amigable los puntos de vista de los entrevistados. Sus sueños y esperanzas, y como la vida ha transcurrido. Desde el orgulloso ex revolucionario, pasando por el joven caricaturista que es criticado por aquellos que traza en su hojas y llegando hasta la señora nostálgica que extraña a su hijo residente del vecino país del norte.

El documental es altamente recomendable para aquellos que nos gustan las historias humanas. Tal vez carezca de la mística de trabajos como “Del olvido al no me acuerdo”, sin embargo la musicalización y el sabor cubano están presentes, así como sus historias. De igual manera, el ver como el nombre quedó como una ironía y una promesa olvidada, es testimonio de cómo cambian los tiempos y con ellos los recuerdos.

Conclusión: Si tienen la oportunidad de verla, es interesante, especialmente para aquellos que nos gusta recolectar historias humanas.