El Monstruo de Xibalba

Hay directores que con su ópera prima muestran propuestas interesantes y frescas, que no caen en fórmulas tradicionales para buscar cierto tipo de reconocimiento como "la fórmula Sundance de drama con dos chistes y mucha tragedia para cinéfilo exquisito la disfrute", y vale la pena echarle un ojo a su trabajo. Este es el caso de Manuela Irene Espitia, quien llega con Monstruo de Xibalba, Ópera Prima que de pasar por premios y festivales, desde Gijón hasta Monterrey, en donde ganó por mejor largometraje, para finalmente llegar a cartelera selecta pero regular. 


La cinta trata sobre Rogelio (Rogelio Ojeda) un niño de 8 años que en lugar de pasar vacaciones con su familia, es enviado a Yucatán con su niñera, para que expanda sus horizontes. No precisamente muy inteligente o bien educado, pasa los días viendo televisión, jugando videojuegos o, en el mejor de los casos, sale con los conocidos de su niñera, para explorar la zona. Es ahí en donde entre museos, sitios arqueológicos o hasta leyendas locales, tiene una confrontación con la muerte. 

La imaginación de un niño puede ser poderosa.  Un viejo que vive en las afueras de la ciudad puede ser reinterpretado como un fantasma que deja rastro de muerte por donde pasa. El folclor local lo puede catalogar como el famoso Monstruo de Xibalba, pero la curiosidad es más poderosa y Rogelio tiene un acercamiento con alguien que solo se quiere dedicar a lo suyo sin molestar ni ser molestado... hasta que un niño metiche decide ser parte de su vida. 

Dentro de las complejidades de castear a niños está el revisar su capacidad de reacción ante distintas circunstancias, ya que esto ayudará a formar sus interacciones. En el caso de Rogelio, la gran fortuna es que encaja en el personaje, especialmente por su respuesta ante lo que pasa después de la muerte, que sería la parte principal de la cinta. Sus reacciones son honestas y ligeras, y conforme va descubriendo sus complejidades, la realidad va cambiando. De ser algo lejano, con lo que puede bromear con diálogos como "mis papás están muertos, por eso no me llevaron a Disneylandia", hasta ver de primera mano la muerte de un animal o conocer sobre plantas venenosas, hasta conocer la pérdida de primera mano. Todo esto es tratado sin solemnidad ni pretensión, sino sinceridad. 


La cinta además cuenta con un gran trabajo sonoro y de composición musical por parte de Tomás Barreiro, quien previamente trabajó en Museo, y hay vasos comunicantes en ambas cintas, además del uso de música de Revueltas, presente en ambas cintas, lo cual precisamente ayuda a crear la identidad de la historia. 

La película arranca su exhibición combinando una gira en Yucatán e explanadas y plazas municipales (Celestún el martes 16, Espita, el jueves 18, San Felipe el viernes 19, Acanceh el sábado 20) así como en los siguientes cines independientes, por lo que si tienes uno cerca, es una muy agradable cinta que nos trae una historia de maduración fresca y agradable para toda la familia. 






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