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8 de junio de 2014

Huérfanos

Esta y otras críticas del cine mexicano reciente las pueden encontra también en el Quinto Especial de Cine Mexicano
Las cintas históricas son un tipo de cine que se ha explotado muy poco dentro del cine mexicano, a menos que se cuente con un programa que las quiera impulsar, como ocurrió con las películas del centenario o bicentenario. Rompiendo este esquema es que llega la más reciente cinta de Guita Schyfter, quien se enfoca en uno de los conocidos desconocidos más famosos de México: Melchor Ocampo.



Tras el surgimiento del México independiente, el país se queda sin rumbo ni dirección concreta, a lo que hace referencia el título de la cinta. El enfoque en la figura de Ocampo que tiene esta película busca lograr un acercamiento con este personaje que jamás conoció a sus padres, pero que ayudó participando en la vida política del país buscando el establecimiento de una figura rectora dentro del mismo, a través de la ley. La cinta es narrada a partir de la caputra de Ocampo (interpretado por Rafael Sánchez Navarro) por parte de Lindoro Gajiga (Germán Jaramillo), quien lo busca entregar a Leonardo Márquez y Félix Zuloaga, generales conservadores opuestos al gobierno de Benito Juárez, y quienes buscan ejecutarlo. Durante el recorrido tendremos una serie de flashbacks en donde conoceremos la vida de José Telésforo Juan Nepomuceno Melchor de la Santísima Trinidad.

Hay cintas para las cuales prefiero ir equipado con “material alternativo” en caso de que la proyección en la pantalla no me parezca interesante. Mientras entraba a la sala para ver Huérfanos, revisaba mi tableta para ver que películas o series traía cargadas para, en caso necesario, tener la doble función personalizada ya que no me gusta salirme de una sala de cine o dormirme durante la función. Mientras que esperaba que Huérfanos pudiese llegar a tener algunos problemas, basado en una entrevista con la directora en el podcast de Cinemanet, al ver la película me encontré que no llegaba al grado en que me aburriera, pero no era precisamente una cinta que me cautivara por su realización. Tenía elementos tanto a favor como en contra que se presentaban casi al mismo tiempo que hacían que no pudiera despegar la mirada. Casi como ver una actuación de un Nicholas Cage en pleno ataque psicótico.

El área más cuidada dela cinta es la fotografía, la cual corre por parte de Sebastian Hiriart, quien logra en varios momentos darnos hermosos cuadros que ilustran el entorno en el que se desarrolla la historia, tanto en la hacienda del personaje principal, así como en los lugares de sus recorridos internacionales. Desafortunadamente mientras se cuenta con escenas que captan la atención del ojo debido a su gran cuidado, gran parte de la película se limita a mostrar cabezas parlantes en donde es bastante complicado lograr un gran juego de cámara, limitándonos a close ups, tomas, contratomas, alguno que otro plano más abierto, en donde lo importante son los discursos teatralizados dados principalmente por Ocampo.

Otro aspecto a destacar son  las actuaciones principales en buena parte de la cinta. Tanto Rafael Sánchez Navarro como Dolores Heredia (quien interpreta a Ana María Escobar, la nana y posterior amante y pareja de Melchor) hacen representaciones bastante dignas de sus personajes, especialmente considerando el guión.

En el lado negativo nos encontramos con el guión, detalles en la dirección y secuencias que simple y sencillamente pueden hacer que el espectador se bote de la risa debido a su pésima ejecución. En la entrevista mencionada de la directora en Cinemanet ella menciona que no incluía escenas de acción o de batalla debido a que no sabría como hacerlas. Mientras que la decisión de incluir o no cierto tipo de escenas depende del director, parece que se decidió compensar (y de mala manera) con exceso de diálogos, lo cual se vuelve cansado después de un rato. Las escenas en las que se muestra la oposición de pensamiento entre el ideólogo liberal y los líderes religiosos de aquel entonces parecen ser demasiado aleccionadores y fastidian.  Al mismo tiempo parece que toda palabra que sale de Melchor está diseñada para crear alguna ley que reforme a todo el país. 




Mientras que Luis Tovar menciona en su texto en Reforma acerca de la cinta acerca del como logra humanizar al personaje, yo cuestiono a que se refiere con dicha humanización. No se logra una empatía y no sabía que fuera de ser conocido como nombre obligatorio de avenida de ciudad, tuviese una figura súper humana. En la cinta el personaje se desarrolla de una manera que en lugar de lograr un personaje tridimensional, está entre los extremos de ser el gran ideólogo al que jamás vemos haciendo algo que no sea hablar o escribir (jamás hay algo que nos muestre su gran sagacidad, capacidad de negociación o de liderazgo) o entre la comodidad desobligada. Ocampo tiene una relación cuasi incestuosa con quien fue su nana y termina como su pareja no oficial, con quien jamás formaliza una relación. Llega a tener varias hijas a las cuales siempre va a entregar en una especie de adopción hasta que eventualmente va por todas ellas para criarlas juntas. Para ser un personaje que se quejaba amargamente de no saber quiénes eran sus padres termina repitiendo los errores al alejar a su descendencia, aunque fuera solo por varios años, para disimular que eran fruto de una relación que podría ser cuestionada.  En cierta manera me recuerda a la enorme cantidad de activistas de internet que tenemos actualmente, siempre dispuestos a ofrecer opiniones y criticar las decisiones de quienes están a cargo de la vida política nacional, pero que son incapaces de hacer algo más que hablar, y es lo que se la pasa haciendo el buen Melchorcito toda la película.

Mientras que la cinta busca mostrarnos aspectos más personales dentro de la vida de Ocampo, falla de manera notoria en secuencias que pudieron funcionar para desarrollar mejor su personaje.  En el momento en que el ejército llega a deshacer el congreso, Ocampo se encuentra dando un discurso contra el mandatario del momento, en el centro del recinto. Llega el ejercito compuesto de cinco soldado y apunta y se lleva a todos, mientras que la persona que Ocampo, quien estaba en el lugar más visible del recinto, se agacha un poco y disimuladamente se va hacia una mesa y eventualmente escapa mientras los demás fingen no verlo, a pesar de estar en el centro de la acción. Probablemente sea la peor escena del cine mexicano reciente y no tiene justificación alguna su pésima execución, y es solo una de tantas. Extras mirando a la cámara, pésimo maquillaje o como mencionaba el buen Enrique Vázquez, es fascinante como ver a Dolores Heredia hacer una rabieta para después, en medio de una furia desposeída, ver cuidadosamente como arrojar un jarrón de manera calculada. La dirección o el sentido común estuvieron ausentes esos días al parecer. 




Mientras que creía que la cinta me iba a disgustar, no lo hace del todo, pero mi atención no podía evitar solo el ver y enumerar estos errores. Era como contemplar un accidente en carretera, no podía quitar mi mirada. Por cierto, al parecer Ocampo era el Wolverine del México de Santa Ana. Mientras que el personaje de Dolores Heredia era (mal) maquillado para ilustrar el paso de los años, Ocampo. Mención aparte tiene la “captura” del ideólogo, quien en la cinta tiene gran cantidad de oportunidades de escapar, pero todo mensito, digo, mansito, decide ser llevado a su destino final.

A final de cuentas Huérfanos, aunque busca tratar a un personaje importante en la historia nacional, hace poco o nada por ilustrar su importancia. O quizás su importancia radicaba en el discurso de alguien que en el peor de los casos era exiliado a vivir a Paris o a Louisiana y a quien jamás vemos trabajar, por lo que su posible comprensión por las clases menos privilegiadas solo se ilustra de manera cosmética en la cinta.  Probablemente a los interesados en la figura histórica les interese ver la película, pero lo más probable es que salgan decepcionados.

2 comentarios :

Pipoca dijo...

excelente película...parece que el que escribio la nota no vio la profundidad de la historia. Viendo la película recorde mucho a Octavio Paz en su libro Laberinto de la Soledad.

Dan Campos dijo...

¿Qué corte viste, Pipoca? Por que la cinta contó con dos versiones, siendo la de la directora la que se exhibió en cineteca.

Gracias por tu comentario, aunque en realidad cuestiono mucho la profundidad que dices que existe, la cual se pierde entre la solemnidad, el mal manejo de personajes, las actuaciones desperdiciadas, y varias cosas más. Sería agradable que enriquecieras mi visión al respecto.